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viernes, 30 de mayo de 2014

Enamorarse.




Cuando volví a mi interior, este seguía desordenado, y es que es imposible ordenarlo si cada vez que te pienso se desordenan mis versos interiores. Cuando no estás me convierto en un engendro con sentimientos en guerra con la noche, y a ver quién tiene mas sombras, me derrito en palabras que no riman y en miradas llenas de odio que se juntan en un un punto, donde tus labios rozan los míos.
Y cuando digo que te odio, no pienses que te quiero menos, es un te quiero oculto con la satisfacción que me produce ser tuya, porque quién podría imaginar siquiera que, por muy tópico que suene a alguien como tú podrían llegar a gustarle el gran problema que suponen mis eternos insomnios cansados o mis versos espinosos.
Cada suicida esta enamorado de un puente, y podríamos hacer una metáfora diciendo que suicida es mi mente y tu cuerpo el puente ya que cada vez que conectan mi vientre se remueve, inquieto por un par de besos helados como cuando el inverno se cierne sobre nuestras manos.
Pero decidí dejar de escribirte, de pensarte, de leerte, de sentirte, deje de ser tu cuando tu dejaste de ser yo. Y quizás ese fue mi error irme, irme para no volver, para echarte de menos, para auto destruirme. Pero antes de destruirme, olvide por completo que la única capaz de reconstruirme era yo misma.



Enamorarse. Enamorarse ¿para qué?
Para que me duelas

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